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12 de septiembre de 2017

Eric Clapton cuenta su vida en imágenes descarnadas

El documental Life in 12 Bars recorre su obra, sus tragedias y adicciones. Gustavo Santaolalla es el autor de la música original del trabajo.

 Parte del cine de alto perfil internacional que veremos durante los próximos meses en la Argentina ocupó el primer plano en el pico de convocatoria y de presencias estelares del gigantesco TIFF 2017, el festival que durante diez días al año convierte esta ciudad canadiense en la capital cinematográfica del planeta.

También resultó muy destacada en las últimas horas la presencia de Eric Clapton, cuyo documental autobiográfico (Life in 12 Bars) tuvo aquí su estreno mundial. Al término de la primera proyección para el público, cerrada anteanoche con una ovación de pie a sala llena de más de 300 personas, Clapton hizo un extenso y especial agradecimiento a Gustavo Santaolalla, autor de la música original.

Lejos están de agotarse las discusiones y controversias abiertas en Venecia y amplificadas aquí en relación con varios títulos que ya tienen fecha confirmada de estreno en la Argentina. La más cercana es ¡Madre! (mother!), con Jennifer Lawrence expuesta durante casi dos horas todo el tiempo en primer plano para mostrar la pesadillesca vida de una joven mujer casada con un poeta en crisis (Javier Bardem) y los demonios que ese hombre convoca en una suerte de remake libre y no oficial de El bebé de Rosemary, dirigida por Darren Aronofsky. "Le dije que sí antes de leer el guión", dijo Lawrence sobre la propuesta del director, que además es su actual pareja. Ambientada en una vieja casa de campo cargada de ominosas señales, la película es un desfile de gratuitas y delirantes alegorías sobre el narcisismo de los artistas y la reducción del género humano al estado de naturaleza. Llena de sinsentidos, estará entre los títulos más abiertos a la polémica de los próximos tiempos.

Para el 11 de enero de 2018, en tanto, se anuncia el lanzamiento en la Argentina de Downsizing, el nuevo film de Alexander Payne, con alegorías futuristas sobre un mundo en el que es posible para los seres humanos empequeñecerse de manera literal para resolver las penurias de un mundo superpoblado. Matt Damon, cuyo personaje se somete a esa revolucionaria terapia, respaldó el "mensaje optimista" de Payne, pero dijo que jamás estaría dispuesto en la vida real a tomar esa decisión.

Mucho más precisa resultó la mirada documental de la experimentada productora Lili Fini Zanuck sobre la apasionante y compleja vida de Eric Clapton, que a los 72 años decidió contar su historia a corazón abierto y sin usar metáforas o eufemismos para contar su larga adicción a las drogas y al alcohol y la tragedia de la muerte de su hijo Connor, que cayó al vacío cuando tenía cuatro años desde una ventana abierta en el piso 53 de un edificio de Manhattan. Ese hecho, según cuenta Clapton, fue el disparador de una recuperación que hoy lo encuentra en feliz matrimonio, con tres hijas y un compromiso muy fuerte de ayuda a quienes sufren las adicciones por las que pasó. No es raro que algunos músicos reconozcan sus excesos en este tipo de documentales, pero lo atípico aquí es cómo Clapton acepta exponerse a través de imágenes y películas caseras que lo muestran bebiendo o aspirando cocaína.

La película recorre la vida del artista de manera cronológica y convencional, elude los testimonios frente a cámara (sólo se escuchan voces en off) de colegas y amigos, recorre todas las etapas musicales del prodigioso guitarrista, además de dedicarle un capítulo muy extenso a la obsesiva relación que mantuvo con Patty Boyd, la mujer de su amigo George Harrison. "Aunque fue muy duro de contar y de ver, tenía que hacerlo de esta manera, con una exposición completa, sin ocultar nada", dijo Clapton tras la función de anteanoche. Allí, sin mediar pregunta alguna, agradeció el "extraordinario e increíble" aporte musical que hizo al documental Gustavo Santaolalla, autor e intérprete de la música incidental que acompaña sobre todo los tramos más emotivos. Dijo que quiso sumarlo al proyecto a partir del recuerdo de su trabajo como autor de la música de películas como Babel y Biutiful ("la mejor que vi en mi vida", señaló Clapton). "Ahora Gustavo y yo somos grandes amigos", completó.

 

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