“Soy hija de reyes, no mentiría nunca”, susurra la infanta Isabel a su mentor Gonzalo Chacón, en esta serie que este martes a las 22.30 estrena DirecTV en sus canales exclusivos. “Ya veo que os manejáis con la responsabilidad de una reina”, le dice Chacón y ella le sonríe, con 10 años: “Si Dios quiere que llegue a serlo, no dudéis de que estaré preparada y será gracias a vos”. Se tensan los violines y la trama del primer episodio de Isabel: trece años después, en 1474, se convertirá en la reina Isabel I de Castilla. O según su fama religiosa y militar: Isabel la Católica.

Su afán mercantil y batallador recién ocupará América en 1492, de la mano de Cristóbal Colón, fascinado por los indios (libres y luego cautivos). Para redescubrir los años iniciales de su reina y financista, mañana llegará a la TV argentina la primera temporada, estrenada en Europa en 2012, de esta serie de la Televisión Española (TVE): Isabel. Con sus vaivenes históricos palaciegos fue un éxito de público y rigor actoral, y logró tres temporadas, hasta 2014. Pero aquí todavía no se revelará qué hizo Isabel la Católica con los indios, a quienes dio trato evangelizador y buscó limitar su reparto entre los españoles con los puños en el Caribe.

Esta primera temporada de 13 episodios, que se verá por los canales 201 y 1201 en HD, de DirecTV, abarca desde 1461 a 1474: sus años de infanta, su transgresor matrimonio con su primo Fernando II de Aragón y su proclamación en la Corona de Castilla (y luego en la de Aragón).

En un futuro se los llamará los Reyes Católicos, pero las polémicas sobre su rol en América no llegarán aún. La escena inicial es el quiebre: la muerte del rey Enrique IV, medio hermano de Isabel, la convierte en soberana. Ella deja caer su capa negra y se revela con un largo vestido blanco ante el pueblo y los nobles, inclinados a sus pies.

Luego el flashback (el salto temporal hacia atrás) mostrará su rostro, maquillado como el de una niña, una década antes. Ella es la rubia actriz catalana Michelle Jenner, de dulce expresividad y caída de ojos, que en 2013 logró el Premio Ondas (de Radio Barcelona) como “Mejor intérprete de ficción femenina”. Aquí, su culto mentor, el actor barbudo Ramón Madaula, intuye el genio para el poder de Isabel, detrás de su castidad y su precoz ironía. Su hermano menor, Alfonso el Inocente (Víctor Elías), será una sombra ineficaz. El rey Enrique IV de Castilla los separó de su madre enferma, Isabel de Portugal, y los instaló en su corte para custodiar su lealtad: será padre de una nena, Juana, pero el marqués Juan Pacheco y el Arzobispo de Toledo se burlan diciendo que el rey es impotente. ¿Quién lo sucederá si su hija es ilegítima?

Isabel, Alfonso y los conspiradores jurarán fidelidad a la beba, en una gran puesta en escena que no disimula rumores en las sombras. Desde el guión, la ambientación y las miradas sugestivas, fascina captar las tensiones políticas y dinásticas en la corte de Segovia. Con giros de melodrama, atrapará a los espectadores avezados en el consumo maratónico de series españolas de época: de la era moderna (Velvet y Gran Hotel) o de la medieval (la esperada La Catedral del Mar, de Diagonal TV, la misma productora de Isabel).

El secreto de Isabel no está en los hechos, ensalzados con igual fervor por los devotos y por los conjurados en el reino de Castilla, con hambre de expansión imperial. La revelación de la serie radica en cómo exhibe sus claroscuros a la luz del siglo XXI.

“No debemos mostrar dolor o pena, porque eso nos hará más débiles. Los que nos alejan de nuestra madre se arrepentirán”, jura la infanta Isabel envuelta en violines. Veinte años después, iniciará la Inquisición, expulsará a los judíos y dominará a su nuevo paraíso: América. Habrá que verlo en la segunda temporada.